Por Florencia Marera y Vanesa Seitz
El último Coloquio de nuestra Antena, que llevó como título “Angustia y urgencia subjetiva”, aconteció de forma muy cálida en un clima de conversación, sobre la presentación de Patricio Alvarez Bayón quien, de forma muy ordenada pudo transmitirnos algunos puntos de su trabajo titulado “El riesgo en las urgencias subjetivas”.
Inicialmente en su conferencia, Patricio hizo una minuciosa conceptualización acerca del fantasma como una mediación necesaria entre el sujeto y el objeto. ¿Qué quiere decir esto? Que el fantasma, cuya fórmula es conocida por nosotros como ($◊a), es soporte del deseo, establece la distancia entre el sujeto y el goce.
Esta referencia permite situar las coordenadas del riesgo, tanto en la psicosis como en la neurosis. Sin la distancia entre el sujeto y el goce, aparece otra dimensión: la del riesgo. Podríamos decir también que, sin la mediación del fantasma, hay confrontación directa con el goce. Patricio señala de este modo, cómo el riesgo, entonces, depende de si hay o no hay soporte del fantasma. Esas coordenadas se enmarcan en la distancia que establece el fantasma: entre el sujeto y el objeto. En la distancia ubicamos temporalidades y dimensiones clínicas en cada caso, pero el fantasma es siempre el soporte del deseo. En el riesgo está la referencia a la muerte. Avanzando en su conferencia, Patricio retoma las ideas de Lacan en El seminario 10 (1), primer capítulo, donde propone una matriz con dos dimensiones en juego: en el eje vertical, el movimiento y, en el eje horizontal, la dificultad, dando de este modo un orden lacaniano a la trilogía freudiana de Inhibición, Síntoma y Angustia. Lacan sostiene que estos tres términos no están en el mismo nivel, que resultan heteróclitos, e invita a verlos como una serie, ubicándolos en forma diagonal en el el cuadro, y luego se dispone a llenar los blancos.
Inhibición | Impedimento | Embarazo |
Emoción | Síntoma | Pasaje al acto |
Turbación | Acting out | Angustia |
La inhibición supone un mínimo de dificultad y un mínimo de movimiento, de hecho, es la detención del movimiento. Para Freud, el yo inhibe las funciones, y detiene lo pulsional. Con no hacer nada, el sujeto se alivia del conflicto que en la mayoría de las veces no se registra, por lo cual no hay sufrimiento.
¿Qué sucede si la inhibición se registra? Se sintomatiza y se pone en juego el impedimento. A modo de ejemplo, “quiero hacerlo pero no puedo”. De este modo queda articulada la inhibición al síntoma: lo que está impedido no es la función o el movimiento, sino el sujeto. Si el impedimento avanza hacia mayor dificultad tenemos el embarazo, donde la barra cae sobre el sujeto. El embarazo es exactamente el sujeto revestido por la barra. Nos encontramos en la máxima dificultad: el sujeto no puede, de ninguna manera. Y, articulado a la angustia, puede generar un pasaje al acto. En el síntoma ubica el conflicto entre la pulsión y la represión, fuera del yo. El síntoma es extraterritorial al yo, el cual no queda afectado o limitado, y puede seguir con sus funciones.
Continuando por la vertiente del movimiento, ubica la emoción. Aquí se pone en juego lo motriz, el cuerpo se agita sin localización soportada por el fantasma. Aparece la ansiedad (no la angustia) y hay un efecto corporal. El extremo de mayor movimiento es la turbación, podemos ubicar aquí los actualmente denominados ataques de pánico: el cuerpo no responde y pierde potencia. La turbación es el antecedente del acting, que supone mayor dificultad siendo que intenta ubicar el objeto en la escena del Otro, cuando ha salido de la misma. Luego Lacan se detendrá, avanzado el seminario, en la distinción clínica entre acting out y síntoma.
Avanzando hacia la angustia, punto de mayor dificultad y de mayor movimiento, parte de Freud, destacando que, en su última teoría, la angustia siempre aparece como lo primero: como la causa de la represión, y no al revés. El salto de Lacan consistirá en separar angustia y castración. La angustia aparece cuando el fantasma vacila, es decir, ante la aparición del objeto, la angustia es inherente a esto.
Distingue entre la angustia constituyente, cuando se produce la primera cesión del objeto al campo del Otro, de la angustia constituída. Ante esta última, tenemos al fantasma como respuesta. Patricio retoma la idea de que cuando la angustia aparece como angustia localizada, reproduce el momento inicial de separación.
Para concluir el recorrido de esta conferencia, Patricio hace un señalamiento pertinente para la clínica. Refiere que acting out y pasaje al acto son respuestas del sujeto ante la angustia y que el síntoma será un tratamiento de la misma, una respuesta. En otras palabras, el tratamiento simbólico es el tratamiento por excelencia de la angustia.
NOTAS
- Lacan, J. “El seminario. Libro 10”, Paidós, p. 22.
Obra de Julieta Cantarelli