Análisis de una cita del escrito lacaniano de 1958
El texto “La significación del falo” constituye una de las escrituras reconocidas del primer tiempo de enseñanza de Lacan. Es una transcripción de una conferencia pronunciada por él en Alemania en 1958 y, lo encontramos en Escritos 2. Extraigo de allí la siguiente cita: “…se puede, ateniéndose a la función del falo, señalar las estructuras a las que estarán sometidas las relaciones entre los sexos. Digamos que esas relaciones girarán alrededor de un ser y de un tener que, por referirse a un significante, el falo, tienen el efecto contrariado de dar por una parte realidad al sujeto en ese significante, y por otra parte irrealizar las relaciones que han de significarse. Esto por la intervención de un parecer que se sustituye al tener, para protegerlo por un lado, para enmascarar la falta en el otro, y que tiene el efecto de proyectar enteramente en la comedia las manifestaciones ideales o típicas del comportamiento de cada uno de los sexos, hasta el límite del acto de la copulación.” (Pág 661)
La cita es rica en conceptos que parecen jalonarse direccionando, a la vez que indicando, el concepto operatorio revelado en contraste con los demás. Antecedente de lo que luego va a trabajar en sus seminarios como no hay relación sexual. Sin embargo, acá podremos hallar cómo sí se produce ese encuentro entre los sexos bajo ciertas modalidades del semblante. Pasaré a escandirla en pequeñas frases para su análisis.
Al inicio dice “…se puede, ateniéndose a la función del falo, señalar las estructuras a las que estarán sometidas las relaciones entre los sexos”.
El complejo de castración inconsciente tiene una función de nudo y en él, encontramos el funcionamiento del falo. Hallamos la significación fálica incidiendo en tres dimensiones del ser parlante, abrevio: 1-“la instalación en el sujeto de una posición inconsciente sin la cual no podría identificarse con el tipo ideal de su sexo”, 2-“responder (…) a las necesidades de su partenaire en la relación sexual”, y 3- “acoger con justeza las del niño que es procreado en ellas”[1].
Tomando en especial las dos primeras consideraciones, podemos ver como tempranamente Lacan destaca el valor sexual del falo tanto en hombres como en mujeres, resultando una sexualidad fálica única, por habitar el lenguaje. El falo significante podemos describirlo como aquello que no se ve, y que no requiere de una cirugía para poner al desnudo de lo que se trata. El falo organiza la función que “estructura la relación entre los sexos”[2].
Miller sitúa que esa estimación de valor “se centra en la noción (…) de una cierta significación que un ser tiene para el sujeto”[3]. Es decir que, explorando las respuestas del sujeto, obtenemos bajo qué condición el otro sexo puede tomar significación de falo para él en la relación sexual.
Cito: “Digamos que esas relaciones girarán alrededor de un ser y de un tener que, por referirse a un significante, el falo, tienen el efecto contrariado de dar por una parte realidad al sujeto en ese significante, y por otra parte irrealizar las relaciones que han de significarse”.
Lacan separa y distingue el desciframiento edípico del fálico. La libido que es esencialmente un valor móvil, puede ser escrita con un valor a partir del significante, adoptando caracteres fálicos. Recordemos que, en los tiempos inaugurales, encontramos que el sujeto responde satisfaciendo al Otro con lo que puede tener de real él mismo, que responda a ese falo, pero también con lo que no tiene “pues lo que tiene no vale más que lo que no tiene”[4]. Destaco en especial esta aseveración dada por Lacan, mencionada en este texto, en donde señala que lo decisivo se va a jugar en cuanto se entera de que la madre no lo tiene.
Así para el sujeto, del lado masculino se tratará de tenerlo -imagen fálica- sin serlo, del lado femenino de serlo sin tenerlo. Entonces, el sujeto es y no es el falo. Lo es, porque ese es el significante bajo el cual el lenguaje lo designa y, no lo es porque justamente la ley del lenguaje, se lo sustrae. En el campo del deseo se tratará siempre de una parte sin el todo, el fantasma da cuenta de ese resultado. La distribución sexuada girará así, bajo las significaciones del tener o no tener, del ser o no ser, a partir del falo.
Lacan concluye que el corazón de la neurosis, va a testimoniar el pasaje del tener en ser. Lo operatorio de esta apariencia trastocada, aparece en la expresión “efecto contrariado”. Miller señala en la ambigüedad de esas afirmaciones, que “los basamentos de la función del falo, que es por excelencia lo que parece llenar esta función de semblante”[5]. Así, ser y tener el falo, no tienen otro sentido que el de ser: modalidades del semblante.
De allí, sacamos las pistas para lo que sigue: “Esto por la intervención de un parecer que se sustituye al tener, para protegerlo por un lado, para enmascarar la falta en el otro”.
Lacan señala la intervención del falo como semblante, llamándolo parecer. Miller agrega que allí, puede escribirse ser. Así, el ser no se opone al parecer sino que se confunde con él. Ser y parecer están del mismo lado. El hombre protege su tener, la mujer enmascara la falta.
El concepto mascarada de Joan Rivière, es tomado por Lacan. Permite entender que el semblante por excelencia es una máscara, cuyo truco es hacer creer que hay algo detrás. En definitiva, es máscara de nada, esconde la nada allí donde está el vacío de la castración. De esta manera, la combinación de los elementos: falo, ser y tener, así como la negación -la negación de estos términos-, incidirán en las distintas modalidades de encuentro y desencuentro, tanto en el campo del amor, cuya definición en esta época“es dar lo que no se tiene (…) el falo, a un ser que no lo es”[6] como en el campo del deseo.
Lo que nos conduce a la última frase: “y que tiene el efecto de proyectar enteramente en la comedia las manifestaciones ideales o típicas del comportamiento de cada uno de los sexos, hasta el límite del acto de la copulación.”
La castración no es mito, no es metáfora, es real. En el camino del deseo, el Otro “con mayúsculas” es el fiador del lenguaje y lo somete a toda su dialéctica. De este modo, resulta que el sexo lejos de cualquier anatomía es por esto mismo, un decir, que se juega en el campo de lo simbólico por una articulación significante fundamentalmente inconsciente, tras el paso por el Edipo. Lacan incluso introduce el falo en el significante precisamente a partir del punto suspensivo de la cadena.
La comedia “…es un atrapadeseos. Cada vez que una trampa para deseos funciona, estamos en ella”[7]. Es necesario ese elemento que hace que el deseo no se confiese, se lo enmascara y se lo desenmascara, incluso a veces se lo castiga, pero sigue intacto. Y es que, en la comedia entre los sexos, el falo está en el centro produciendo el anudamiento: por eso se goza de sus efectos. Será la parte faltante tomada del cuerpo del otro, la que investida fálicamente cobrará el valor de objeto deseable.
Sin embargo, cuando esa posición de dominio imaginario cae, nos encontramos con la clave de la comedia. Aparece la causa, la falta en ser. Es decir, aparecen las causas del deseo en su inestable particularidad operando en cada uno de los sexos. El límite del acto, es preciso entenderlo (en esa puesta en escena) como lo que fracasa en la acción por alcanzar el deseo.
Para concluir, podemos afirmar que la naturaleza del falo como semblante nos permite apreciar su extrema ductilidad para dirigirse a lo real propio del inconsciente; volviéndose de este modo, un operador de estructura que aporta las condiciones de posibilidad para un encuentro en la relación entre los sexos, tanto en el campo del amor como en el campo del deseo.
NOTAS
- Lacan, J. (2008) Escritos 2, La significación del falo. Ed. Paidós. Pág 661
- Miller, JA. (2002) De la naturaleza de los semblantes. Ed. Paidós. Pág 164
- Miller, JA.(1991) Lógicas de la vida amorosa. Ed. Manantial. Pág 37
- Lacan, J. (2008) Escritos 2. La significación del falo. Ed. Siglo 21. Pág 660
- Miller, JA. (2002) De la naturaleza de los semblantes. Ed. Paidós. Pág 280
- Lacan, J. (1984) El Seminario 5. Las formaciones del Inconsciente. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág. 359.
- Lacan, J. (1984) El Seminario 6. El deseo y su interpretación. Buenos Aires. Ed. Paidós. Pág 460.
Obra de Darío Barco