Me preguntan por esta frase que introduje durante la velada en que Soledad Zazzali presentó el caso de un niño de 6 años, en la que dije que se trataba de “mi brújula amplia”.
Voy a circunscribir lo que quisiera transmitirles ahora, en apenas tres puntos.
- Lo que el psicoanálisis con niños nos enseña sobre la estructura.
- Lo que el psicoanálisis con niños nos enseña sobre la transferencia y la puesta en forma de la estructura.
- Lo que el psicoanálisis con niños nos enseña sobre el niño y su saber.
1. El proceso de la constitución del sujeto no va de la mano de nuestra llegada al mundo, y tampoco responde a un desarrollo evolutivo pautado.
Con Lacan, aprendimos que se trata de un proceso de estructuración en el que, del niño, va surgiendo un sujeto digno de ese nombre. Para ello, los elementos se van poniendo en su lugar, pero no de un solo golpe, sino en función de un tiempo lógico. Podemos seguir en esto a J.-A. Miller, en “Desarrollo y estructura […]” [1]. Es decir, que el sujeto se va produciendo y encontrándose con esos elementos de modo contingente, no calculable de antemano. Y añade que, además, al tiempo lógico que otorgamos a la operación de alienación –dimensión significante de la estructura- debemos complementarlo con el tiempo lógico en relación con el objeto a -separación.
Con esta orientación podemos decir que cada caso puede enseñarnos sobre esta puesta a punto estructural, que, frecuentemente, los que recibimos niños en análisis acompañamos.
Esto me da pie para el segundo punto.
2. Decir “sujetos de pleno derecho” implica que les suponemos esa posibilidad.
¡Esa es ya una apuesta fuerte! Pues ni siquiera decimos qué tipo de sujeto, pero sí su suposición. Y en ello se enraiza la transferencia, junto al deseo que los practicantes ponemos en juego en esta práctica, en la cual, muchas veces, es precisamente esta transferencia la que soporta ese movimiento estructurante, acompañando ese tiempo lógico, de puesta en función del sujeto y de puesta en forma del objeto a.
3. Por último, otra convicción nos acompaña: la de que “el niño es el sujeto que sabe”- nuevamente J.-A. Miller, en su intervención sobre “El niño y el saber” [2].
La práctica con niños nos permite captar en qué medida, cuando aquellos pescan la posición desde la que nos ofrecemos como interlocutores de ese recorrido, se sirven de ello y se disponen al encuentro y a la invención de ese su saber. Me gusta cómo lo dice J.-A. Miller en el primer texto que mencioné (3): “desde siempre, la relación con el niño ha sido un lugar de vanguardia, de invención para el psicoanálisis”.
Es decir, el psicoanálisis, y cada uno de nosotros practicantes, nos nutrimos de las sorpresas que allí se producen.
Beatriz Udenio
NOTAS
- Miller, J.-A.: “Apertura de las II Jornadas Nacionales: Desarrollo y estructura en la dirección de la cura”, en Desarrollo y estructura en la dirección de la cura”, Buenos Aires, 1993, Atuel, pág.9
- Miller, J.-A.: “El niño y el saber”, en Carretel 11, Bilbao, 2012. 3. ibídem 1., pág. 11
Obra de Juan Ignacio Valenzuela