Extraído de la Conferencia de Florencia Dassen
El presente texto corresponde a un extracto de desgrabación de la Conferencia que dio Florencia Dassen (Analista Miembro de la EOL-AMP) en la EOL Antena Bahía Blanca, en ocasión del Coloquio Seminario 2025: “Encuentros y desencuentros en el amor”.
En estos tiempos en los que el odio y la violencia están tan exhibidos y cada vez más desencadenados en formas crueles, podríamos preguntarnos: ¿qué lugar para el amor?.
Lacan en el año 1971, comienzos del ‘72 dijo en una serie de charlas que se pueden encontrar en el libro que lleva por título: “Hablo a las paredes”[1], que : el capitalismo, lo que hace es forcluir la castración, esto incluye a las cosas del amor. Porque no hay posibilidad de amar, si no hay en algún lugar, alguna dimensión de la falta.
¿Por qué hacer lugar a los equívocos del amor?. Intentar responder a esto articulando la relación al amor y a la lalengua, a los encuentros y los desencuentros, será la orientación a seguir en esta ocasión. Al psicoanálisis le interesa localizar qué es el amor, el deseo y también el goce. Este último, es cercano a un término que aparece por primera vez, en el texto señalado, este es lalengua. Se nombra de este modo al tejido de equivocaciones, o de equívocos, que ha dejado marcas y huellas para cada uno. En el infans, se produce en un tiempo inmemorial, el choque entre dos órdenes muy distintos que son, el cuerpo y el lenguaje. Esto significa que las palabras de algún modo tocan, penetran, irrumpen, producen resonancias en ese cuerpo. A esto lo llamamos trauma. El trauma en este sentido, no tiene que ver con algo que ocurrió, sino con algo de esta inscripción de un agujero, del que nunca vamos a poder dar cuenta. Lo que sí podemos, eventualmente, es hacer lugar a un borde a su alrededor. Esto es lo que sucede cuando en un segundo momento, esa emergencia de goce, pasa a las palabras. En esa captación lenguajera, se está haciendo lugar a algo del trauma pero sin saberlo. Hay entonces, una dimensión de equívoco fundamental, hay un hiato, entre algo de lo que ya quedó escrito en el cuerpo y la palabra. Y hay un tercer momento, en el que se hace lugar a los efectos de saber, que son del orden de lo que llamamos el inconsciente. Hay una expresión muy valiosa para pensar el tema de la conferencia: “todo amor encuentra su soporte en cierta relación entre dos saberes inconscientes.” [2] Efectivamente se trata de cierta relación, aunque no sabemos bien a qué. En esa zona no es posible meterse sin equivocar, sin meter la pata. Se trata de los laberintos del amor y de los riesgos que hay que asumir, cuando uno quiere poner la libra de carne para hacer lugar a los juegos del amor. Si hay dos saberes inconscientes que de algún modo se van a poner en conexión, y si eso es lo que nombramos como amor, no habrá superposición entre ellos. Si se superponen, ahí lo que tenemos no es algo del orden del amor. Para que podamos hablar de amor, se tiene que poder sostener lo irreductible de las marcas de cada uno. El amor está en el lugar de algo que falta. Eso que falta, ese agujero, ese real, que llamamos con Lacan, no hay relación sexual, indica la imposibilidad de escribir la proporción entre los sexos. Lo que sí hay es un modo de relación entre los sexos que podemos nombrar como amor. Hay huellas para cada uno de lo que es el exilio de la relación sexual que no hay. Estamos exiliados de algo, las marcas de ese exilio, son el modo en que cada uno va construyendo su singularidad, de la mano de lalengua y del cuerpo. El saber es del orden del inconsciente y lalengua del cuerpo es del orden del goce. Saber inconsciente, goce, cuerpo, acá no hay armonía alguna. Lacan es totalmente explícito con esto. Siempre tendremos dos órdenes distintos, el del Otro con mayúscula y el del goce, ¿cómo conectar uno con Otro?. Una de las maneras de conectar esto, es a través de las identificaciones. Hay en el amor cuestiones identificatorias que conviene leerlas de la buena manera, cuando se producen las meteduras de pata. Otra de las formas de conectar lalengua del goce y el saber inconsciente es lo más real que tenemos, el síntoma. Entonces se puede hablar de amores sintomáticos. No hay otra manera de amar, para enlazarnos, para hacer lugar al lazo que llamamos amor, que esté por fuera del síntoma. Lacan también dijo que el amor es del orden del encuentro, esto quiere decir que es algo del orden de lo inesperado, es algo de lo azaroso que a uno le ocurre, cuando queda captado por un signo de amor. El tema no es con quién uno está, sino qué ama uno en el otro. Saber que cada uno juega su partida con su objeto, y que hay un tercer objeto en todo caso, en juego ahí, en lo que hace pareja. Pero cada uno está con el suyo. Sea en lo que llamamos el fantasma, con toda la fijeza, la repetición y el rechazo de lo hétero que eso tiene; sea con algo que ya es de otro orden y que participa de un borde de ese objeto, en un soporte de un nudo, que llamamos síntoma. Entonces podríamos decir que el amor, es un amor al encuentro. También podríamos decir que el amor es amor a lalengua. Los equívocos del amor forman el tejido mismo de lo que son las marcas y las huellas de goce para cada uno. Eso es con lo que se arma una vida y se arman las relaciones amorosas.
Lo que un psicoanálisis propone es, de alguna manera, poder reavivar algo de esos azares que hicieron de nosotros a diestra y siniestra. Pero ese azar no es cualquiera para cada uno. Ese encuentro con alguien por obra del azar, es porque produjo alguna resonancia en esas huellas de goce, con las cuales uno de algún modo, se forja un destino.
Me interesa destacar que hay una dialéctica del deseo que se opone por completo a lo que es el goce. El goce es efracción, ruptura, disrupción, fijeza, trauma en el cuerpo. El goce no tiene ninguna conexión al Otro, se basta a sí mismo. No necesita para manifestarse ninguna dimensión del Otro. En todo caso la gran pregunta del psicoanálisis, y es lo que estamos abordando a través del amor, es cómo poner en condiciones las conexiones de goce, esas marcas, esas huellas del exilio de la relación sexual para cada cual, que son lalengua de cada uno enraizadas en el cuerpo. Uno habla con su cuerpo dice Lacan, y ahí hay un misterio, ¿cómo hacer que eso haga lazo con el Otro, cómo salir de eso autístico? Podemos decir con Lacan, que “sólo el amor permite al goce condescender al deseo”. [3]
Vamos entonces a lo que es la relación entre hombres y mujeres: Lacan supo decir que los hombres para las mujeres, a veces son un estrago, a veces son una aflicción muy profunda. Digamos que ella sabe entrar más o menos fácilmente a causar el deseo de él, a partir de diferentes señuelos, pero además quiere que le hablen, que la amen y ser la única. Entonces ahí ya tenemos la condición del deseo sobre el cuerpo del Otro, que hace de eso justamente, la condición fetichista del hombre. Esto es, ese recorte que el hombre necesita para que una mujer se le vuelva deseable, y después está, lo que es para ella, ese lugar de querer ser amada. Freud nos dejó con la pregunta sobre lo que quiere una mujer. Finalmente sabemos que una mujer quiere ser escuchada y amada. Lacan dijo que una mujer para un hombre, en una relación de amor es un síntoma. Y el buen modo de estar con una mujer, de la que hizo la causa de su deseo y del amor, es creer allí, en lo que ella dice. Ese creer ahí, es una localización. No se trata de creer los sentidos de lo que dice, eso es enloquecedor. Eso es cuando los hombres creen que la mujer que tienen al lado, no es una mujer sino que es Lamujer, que claramente no existe. ¿Qué tiene que hacer en relación a la fórmula: el amor es lo que permite al goce condescender al deseo? Tiene que condescender a querer descifrarla. Si se ama a una mujer, se cree allí en lo que ella dice. Tiene que estar dispuesto a escucharla aún en lo que no le gusta. Se trata de cómo permitirse descifrar en este tejido de equívocos que se produce en lo que Lacan llamó el juego poético, el equívoco entre el amor y el muro del lenguaje. ¿Por qué digo esto?. Porque si nosotros consideramos que el amor, en algún lugar participa de algo de lo real, y no únicamente de lo simbólico y lo imaginario, es porque participa de lo que para nosotros es del orden de la escritura y la letra. Para abordar estos dos órdenes, el del saber inconsciente y el del goce del cuerpo, o dicho de otra manera, del Otro y del Uno, lo que hace relación no es la palabra por la palabra misma. Cuando nosotros hablamos con nuestra pareja síntoma, y eso se sostiene de la buena manera, estamos en la dimensión de un muro que nos separa. Muro que tratamos de perforar con algo que nos resuene. Ahí están los malos entendidos, están las pasiones, están las fascinaciones y también están los máximos desencuentros, pero uno sigue gozando de esa conversación con el partenaire, que es lo mejor que podemos hacer. Hay algo que inevitablemente desencaja. Esas torsiones que introduce el equívoco, es lo que en algún lugar hace a lo digno del amor. Lacan también habló de cómo hacer lugar a un amor más digno. Lo no digno está en el querer hacer del dos, uno, o pedirle al Otro, eso para lo que no tiene respuesta. La afinidad de una mujer con el síntoma, un síntoma que habla y la dimensión de la creencia, ¿cómo arreglarnosla con dos órdenes tan distintos? La creencia participa necesariamente para nosotros, en la dimensión del encuentro amoroso de la vida. Voy a dar dos ejemplos, son dos equívocos. Uno es del testimonio de Carolina Koretzky, que se puede encontrar en la revista Lacaniana N°35[4]: Lo que la llevó a ella a analizarse es un drama del amor, para decirlo sencillo, ella no podía no partir. Cada vez que había un hombre, ella sabía hacerse amar, pero no sabía amar. Cada vez que un hombre le decía que la amaba, se quería ir. En un momento hubo un hombre y de allí, no quería partir. Este es un análisis que Carolina lleva hasta el final. Se pueden leer muy bien las huellas de goce que estaban en juego en relación a su propia madre, y lo que tuvo que desarticular de las frases de esta, con su venida al mundo. ¿Cual es el equívoco que le abrió la buena salida?. El último analista le dijo -“se tratará de saber, cómo partir sin partir”-. Introducir esa paradoja equívoca entre partir sin partir no es un juego de palabras. No es algo que está en la dimensión únicamente de romper el sentido de una palabra y producir un equívoco. Hay algo más, se trata de una torsión que posibilita abrir a la contingencia de las respuestas de ella, a inventar de qué modo se las va a arreglar para partir de eso que le resulta insoportable, sin partir en la realidad. Pero las respuestas son a inventar, en ese agujero donde uno, no tiene más sentidos que tejer ni respuestas que darse por la vía de los sentidos. Era ella misma la responsable de su propio padecimiento, obligada, empujada a partir, siempre al borde del desamparo. El otro ejemplo es de Lacan, se trata de una intervención equívoca también, a una analista que se llama Catherine Millot. Ella cuenta en un libro que se llama “La lógica y el amor” que Lacan le dijo: “que no seas la única no te vuelve menos única”.
NOTAS
- Lacan, J., “Hablo a las paredes”, 1971-1972. Editorial Paidós. P. 106
- Lacan, J., Sem 20. Editorial Paidos. P. 174
- Lacan, J., Seminario 10. Editorial Paidós. P. 194
- Lacaniana N° 35. Editorial Grama. P. 107
Obra de Darío Barco