1. Freud
a)- En su primera nosografía, Freud ubica dentro de las neurosis actuales, las neurosis de angustia, expresando: “la fuente de la angustia no ha de buscarse dentro de lo psíquico, en tanto la causa se debe a un factor físico de la vida sexual”. La producción de angustia, se caracteriza por una acumulación de tensión sexual, libido, de origen somático, que, desviada de lo psíquico, produce su empleo anormal. El cúmulo de excitación, al no ligarse y tramitarse psíquicamente, se transpone como angustia. Los síntomas están ubicados a nivel del cuerpo, algunos de ellos son: taquicardia, sudoración, palpitaciones. Dichos síntomas, no están en relación con vivencias sexuales infantiles, ni pueden ser abordados por la terapia psicoanalítica. [1]
b)- En un segundo momento, a partir de las elaboraciones del caso Juanito, Freud incluye a la angustia en el campo de lo psíquico. Esto es posible, debido a la inscripción de la sexualidaden el aparato psíquico de representaciones, donde la pulsión se fija a su representante psíquico. Ahora bien, cuando el yo percibe un peligro (angustia realista, se trata de un peligro exterior) pone en marcha el mecanismo de la represión, separando la libido de la representación y provocando, en un primer momento, una angustia generalizada, sin objetoy un segundo momento donde la angustia se liga a un objeto exterior como parapeto fóbico, del cual puede huir. [2]
c)- A partir del giro de los años 20, Freud comienza a sentar las bases para la tercera teoría de la angustia. En su texto “Más allá del principio del placer”, profundiza la noción de aparato psíquico, e invierte el planteo anterior; ya no es el mecanismo de la represión lo que produce angustia, sino que la angustia es la señal que produce la represión. Ante el peligro inminente de la castración, la angustia surge desde el yo, siendo este, el almácigo de la angustia. Se referirá al sistema consciente como el lugar al cual llegan los peligros internos y externos.
De este modo, en la angustia neurótica se trataría de un peligro interior que la consciencia trataría como exterior, actuando de la misma forma, reprimiéndolos.[3]
Finalmente, en “Inhibición, Síntoma y Angustia”, referirá que el único motor de la represión esla angustia de castración. La actitud angustiada del yo es siempre lo primario, y es el impulsopara la represión. Entonces, la angustia nunca proviene de la libido reprimida. [4]
2- Lacan
a)- En el Seminario 10, Lacan otorga una importancia fundamental a la angustia siendo la vía regia para alcanzar lo real del objeto a. Se trata de un afecto que lejos de interpretarse como un disfuncionamiento o un trastorno, es necesario en dos dimensiones, primero en la constitución subjetiva y luego de gran operatividad en la dimensión de la clínica analítica.
Inicialmente, Lacan precisa la angustia en relación con el deseo del Otro real. Para ello se sirve de un ejemplo etológico basado en la mantis religiosa: se trata de un animal depredador, que se alimenta de insectos, es un bicho extraño y solitario, que solo se encuentra con otro ejemplar de su misma especie en el momento de la reproducción. La hembra, más grande que el macho, presenta una particularidad durante el momento del apareamiento que une el sexo y la muerte. Se trata de su capacidad de girar su cabeza y devorar en ese momento la cabeza del macho.
Lacan se sirve de este ejemplo para desarrollar una fábula: nos encontramos en un parque ecológico, con una máscara que nos colocaron al entrar, sin saber de qué se trata la misma; inicialmente, puede parecer un juego divertido; sin embargo, si apareciera abruptamente ese animal enorme y nos enfocase con sus grandes ojos, estaríamos en el momento preciso del encuentro del sujeto con el Deseo del Otro, que nos reduce a objeto. No existe manera de saber qué soy para el Otro, porque no puedo reflejarme en los ojos opacos de la mantis. No es posible un reconocimiento especular dentro de las coordenadas simbólico-imaginarias.
b)- En todo el Seminario, Lacan se refiere al A barrado como correlato del objeto a, situados en el registro de lo real; es decir, la angustia que “no es sin objeto”, no se puede nombrar ni conceptualizar en lo simbólico-imaginario.
Con estos elementos, en el capítulo IV, establecido por Miller como “Más allá de la angustia de castración”, Lacan está en condiciones de dar un salto en relación con la conceptualización freudiana. La operación fundamental es realizar una separación tajante entre angustia y castración. Esquemáticamente, del lado de la castración es quedar en el marco de las coordenadas simbólico-imaginarias, el fantasma, la imagen del yo en el espejo y la representación simbólica y las identificaciones en el Otro, en términos significantes. Sin embargo, cuando las coordenadas simbólicas y el fantasma vacilan, se presenta el objeto a y el surgimiento de la angustia. De este modo, del lado de la castración tenemos el menos fi, lared significante, deseo neurótico, fantasma y del lado de la angustia, el objeto a, pulsión, deseo del Otro real.
Al introducir el objeto a, la angustia es inherente a la constitución subjetiva sin los tres tiempos del Edipo que conceptualiza Lacan en el Seminario 5, en el cual intenta dar cuenta del surgimiento lógico del sujeto barrado y del objeto a. Para ejemplificarlo, Lacan realiza los esquemas de la división que escribe de diferente manera a lo largo del Seminario. En dichos esquemas, se muestra la división mítica del sujeto por el Otro y el resultado de esta división significante no da justo; queda un resto vinculado al cuerpo y anterior al sujeto del significante. Este esquema muestra también la función constituyente del objeto a, evocado en el Seminario, en la separación inaugural de las envolturas embrionarias del niño, donde se cede el objeto al campo Otro. Según Miller, hay una angustia constituyente con la primera cesión del objeto a al campo del Otro; y una angustia constituída que surge en el momento donde las coordenadas simbólico-imaginarias vacilan en función de la angustia constituyente. [5]
c)- Los esquemas de la división son el antecedente de lo que va a formalizar en el Seminario 11 [1964], como las operaciones de alienación y separación en la doble causación del sujeto. Resumidamente: somos sujetos del significante con identificaciones y objetos de la pulsión que indican nuestro modo de goce.
Dos puntuaciones se destacan como brújulas clínicas a lo largo de este seminario: en primer lugar, cuando el sujeto barrado y el objeto a están del lado del Otro, representan también al fantasma como defensa frente a la angustia. Aquí el objeto a se transforma en un postizo definido dentro de las coordenadas simbólico-imaginarias en el campo de la realidad y el deseo.
En segundo lugar, hay que separar el síntoma del acting out como manifestación clínica de la angustia. El síntoma “se basta a sí mismo”y en su estado natural, no llama a la interpretación; por el contrario, el acting out en estado de angustia es un llamado al Otro.
d)- En el giro hacia los nudos, lo que mantiene unido al parletre no es la garantía de lo simbólico, sino el cuerpo como consistencia imaginaria. Lo simbólico en este momento no se refiere al “orden” simbólico, sino al enjambre significante de lalengua, en su carácter ilimitado y perturbador. El efecto del Nombre del Padre se desplaza a la intuición imaginaria, que anuda el imaginario corporal frente a la parasitación simbólica. Lo imaginario puede o no anudarse, pero si se anuda hace límite a lo simbólico.
A diferencia del planteo anterior donde Lacan distinguía síntoma de angustia, en el escrito La tercera, síntoma y angustia se superponen en tanto irrupción de goce fuera-de-cuerpo; de allí que afirme: “la angustia es el síntoma tipo de todo acontecimiento de lo real”. El síntoma viene de lo real y se incrusta en el territorio de lalengua; pero la novedad es que no se reduce al goce fálico porque mantiene una faz en el Otro goce.[6]
Esta característica, pone en evidencia las dificultades clínicas que se presentan en relación con los síntomas contemporáneos, que ya no se presentan como manifestaciones articuladas a una verdad inconsciente, sino como irrupciones de goce fálico, que rompen la pantalla cuya principal manifestación es la angustia. La interpretación en la dirección de la cura, apunta al atemperamiento del goce fálico, separando el síntoma de la angustia para que pueda funcionar anudando el imaginario corporal con su Otro goce.
NOTAS
- Manuscrito E. 1894 – Sobre la justificación de separar de la neurastenia un determinado síndrome en calidad de neurosis de angustia. 1895
- Conferencia 25. 1916-1917
- Más allá del principio del placer. 1920
- Inhibición síntoma y angustia. 1926
- La angustia. 1962-1963
- La tercera. 1974
Obra de Julieta Cantarelli